Bartomeu rompe con el pasado

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Hace ya 11 meses que Josep Maria Bartomeu se hizo con la poltrona del Barcelona. Tiempo de turbulencias, pero que el mandatario ha aprovechado para reformular, con tanta paciencia como prudencia, la cúpula de la entidad hasta dibujarla a su imagen y semejanza. Si bien el presidente azulgrana siempre estará agradecido a su amigo y antecesor, Sandro Rosell, que le permitiera alcanzar una de las sillas más preciadas e influyentes del país, Bartomeu también tuvo claro desde el comienzo que, antes o después, tendría que romper con el pasado para salir adelante. Sobre todo, ante el cada vez más cercano proceso electoral, fijado para la primavera de 2016.


La caída ayer de Antoni Rossich como director general y la creación de una bicefalia que aglutinará todo el poder ejecutivo de la entidad (Ignacio Mestre y Albert Soler), no fue más que la metáfora de la liberación para Bartomeu. Porque no hubo ejecutivo más influyente durante el rosellismo que Rossich, ministro plenipotenciario en el que el ex presidente delegó la práctica totalidad de la actividad diaria de la entidad. Su gran tarea, el control extremo de una economía de guerra para aligerar una mochila con más de 400 millones de euros de deuda. Lo logró con creces, a cambio de ganarse enemigos en las entrañas del club. Ya fuera prohibiendo las fotocopias en color, obligando a los trabajadores a apagar las luces cuando abandonaban sus despachos, limitando el gasto de los directivos en los actos oficiales (su relación con la gran mayoría de la junta nunca fue buena) o incluso minimizando gastos en los desplazamientos del primer equipo. La gira asiática de verano de 2013, en la que los jugadores se quejaron de las malas condiciones del avión, puso también a Rossich en el punto de mira del vestuario.


Bartomeu había alejado en los últimos tiempos a Rossich de la guerrilla diaria para que negociara los grandes contratos (Nike, televisión y patrocinio de la camiseta). Pero también lidió el ex ya director general con los fichajes de los futbolistas e incluso tuvo que representar al Barcelona en la Audiencia Nacional tras la imputación de la entidad como persona jurídica en el caso Neymar.


Bartomeu, al que Rossich ya había comunicado que no seguiría en un segundo mandato, optó por avanzar acontecimientos y anunció ayer finalmente en junta ordinaria la resolución de su contrato, firmado en julio de 2010 y que expiraba en 2016.


El cargo de Rossich pasa a manos de Ignacio Mestre, que había llegado el pasado mes de junio para ser el gerente del club y que ahora coordinará un sinfín de departamentos: social, económico y financiero, comercial, servicios médicos, recursos humanos, jurídico, innovación y digital, explotación de instalaciones, Fundació, marketing, seguridad, operaciones, derechos audiovisuales, protocolo, relaciones públicas y comunicación.


Bartomeu apoyará su gobierno en una segunda, y no menos importante, pata. Albert Soler, el que fuera secretario de Estado para el Deporte y que había ganado muchísimo peso en la entidad como director de relaciones institucionales (clave para mejorar las relaciones con la FIFA, la UEFA y la Real Federación Española de Fútbol), tendrá también ahora un papel clave en el área deportiva. Bajo un cargo de nueva denominación, director del área de deportes profesionales y presidencia, Soler coordinará tanto el fútbol como el resto de secciones. Es decir, el actual director deportivo, Andoni Zubizarreta, cuyo futuro en el club pende de un hilo, tendrá un nuevo jefe a quien rendir cuentas.


La acción de gobierno de Bartomeu dependerá en buena medida de un gabinete de presidencia del que no formará parte ningún directivo, y que estará integrado, además de por el máximo mandatario, por los ya citados Mestre y Soler, además de por el director de comunicación de la entidad, Albert Montagut, que gana un importante peso tras la reestructuración. Así, el hasta la fecha responsable de gabinete, Gerard Guiu, otro de los antiguos hombres de confianza de Rosell, queda relegado a la dirección de proyectos sociales.


La junta directiva aprobó también el homenaje en 2015 al ex presidente Josep Sunyol, ejecutado durante la Guerra Civil española. Además, se acordó la disputa de un amistoso en Qatar para el próximo 4 de febrero como parte del patrocinio con Qatar Sports Investments, la renovación hasta 2018 del contrato con Audi, la apertura de una oficina comercial en Nueva York y la inversión de 1,3 millones de euros en diversas reformas patrimoniales.